jueves, 12 de abril de 2012

Mi alfombra tiene sentimientos

Ayer entraba en casa, preocupado, pensando que el gas estaba encendido. No. Como siempre eran imaginaciones mías. Estaba cansado, agotado más bien, y me dispuse a entrar en el salón, pisando mi preciosa alfombra de mercadillo que había comprado por 5´95 (sí, esos 95 céntimos que tanto daban por culo), el caso es que la dichosa alfombra estaba manchada de alcohol, cenizas, café de hace un mes, flujo vaginal de alguna puta y semen, mi preciada porquería embadurnaba toda la alfombra, pero por primera vez se quejó. ¿Se quejó? Sí, un gemido mortecino retumbó en mis oídos, era un sonido bestial, no parecía ni si quiera humano. Mi alfombra se quejaba por primera vez después de tantos años conmigo, después de haber vivido una vida de... de alfombra. Estuve dándole vueltas toda la noche, era imposible que una alfombra se quejara, de hecho era imposible que una alfombra sintiese lo más mínimo ¿Cómo iba a ser un gemido? ¿Cómo iba a emitir sonido alguno? serían imaginaciones mías como siempre, pero el caso es que esa noche no dormí.

A altas horas de la mañana volví a oír a la alfombra, esta vez casi hablaba, decía que su vida no era buena, que la estaba desperdiciando a mi lado... ¡cuánta razón tenía!. No obstante sonreí levemente y pensé "Quéjate lo que quieras, al fin y al cabo, no te puedes mover" y luego caí en que todo eran imaginaciones mías.

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