domingo, 11 de diciembre de 2011

El señor que era feliz

Solo se veía la distorsionada imagen que proporcionaba el humo de aquel hombre tan elegante de capa y sombrero. El ambiente estaba cargado y no se podía ni respirar, el hombre salió de aquella chabola.
Pipa de fumar en mano se disponía a salir de aquel suburbio para adentrarse en las maravillas que le proporcionaba aquella cosmopolita ciudad, en su camino a casa se recreó con las bellezas de la misma:

Pasó por los sitios mas emblemáticos, vio luces de colores increíbles fuentes que dibujaban siluetas de agua entre la noche, un puente a la luz de la luna donde pudo contemplar a una pareja de enamorados besándose, y se recordó a sí mismo.

En su vuelta a casa encontró también un perro atado, magullado, como si alguien le hubiera abandonado allí, aquel hombre saco un cuquillo y corto la cuerda que ataba a ese perro, le curó en la medida de lo que pudo, y le compró algo de comida para que no tuviera que hacer gran esfuerzo aquella noche.



Llegó a la puerta de su casa, aquella bella casa que había conseguido con tanto esfuerzo, y sabía que allí le esperaba el cálido abrazo de su familia, entro en su hogar con una sonrisa en la cara.

Quien hubiera pensado que momentos antes en aquella chabola de los suburbios había asesinado a una familia entera sin el menor remordimiento, sin escrúpulos, tan solo por dinero... y por unos cuantos nombres más que añadir a la lista.

No hay comentarios:

Publicar un comentario