martes, 27 de diciembre de 2011

Un rey

El rey se regodeaba con los mejores frutos que su esclava, la bella Lila le había traído. El rey acostumbraba a comer todo tipo de frutos exóticos, pero no era lo único que hacía, habitualmente, y sin esconderse de su mujer, violaba hasta el agotamiento a diversas chicas a las que torturaba si daban una mínima muestra de desagrado.
El rey era un truhán, y esta vez tenía un capricho. No dudó en llamar a Lila para que le trajera a un esclavo de las mazmorras, Lila lo trajo sin rechistar.
A los dos o tres minutos el rey ya se empezaba a aburrir de esperar y llamó a su bufón para que le hiciera alguna que otra gracia. El esclavo llegó de la mano de Lila, y el rey exigió un cuchillo. El esclavo se postró ante él y le dijo:

- ¿Qué desea su majestad?
- Acércate- dijo el rey en un tono de voz conciliador, y el esclavo se acercó.
-  Mi señor, que puede hacer este mísero esclavo para complacerle.
- Para mostrar tu valía y lealtad, con este cuchillo de oro, tus venas tienes que cortar, para media copa de sangre llenar.

El esclavo no tenía opción, sabía que si no lo hacía la muerte iba a ser mucho peor, por lo tanto cogió el cuchillo y cortó su muñeca para llenar media copa de sangre. Cuando el filo del cuchillo se hundió en su carne blanda, la sangre comenzó a emanar, y él puso debajo la copa del rey que se tiñó de un rojo intenso.
Cuando la copa estaba llenada por la mitad, el esclavo apretó su muñeca para cortar el paso de la sangre, y con la esperanza de que el rey le llevara a la curandera, pero el esclavo era un objeto más para el rey, y éste no iba a gastar nada en conservar un objeto usado, prefería comprar uno nuevo.
El esclavo le dio la copa al rey, y éste le ordeno que su tumbase en el suelo a esperar la muerte.
La escena era aterradora, el esclavo tumbado ya sin conocimiento en un charco de sangre que casi llegaba hasta el trono del rey, que sostenía la copa en su mano derecha, y con la izquierda seguía degustando diversos tipos de frutas, mientras que Lila y el bufón miraban anonadados.

El rey dió una nueva orden:

- ¡Bufón!- gritó con desprecio
- Sí, mi amo
- Lléname la mitad de la copa con el mejor vino que tenga
- Sí, su majestad- y el bufón se dirigió a las despensas copa en mano.

Mientras, y sólo para no aburrirse, el rey quería probar de nuevo los placeres de la joven Lila, la cual pensaba que no podría saciar de nuevo la lujuria del rey. El bufón había llegado con la copa, pero no quería interrumpir al rey. Cuando éste había acabado, el bufón se dio cuenta de que Lila había fenecido en el intento, el agotamiento había sucumbido en un último suspiro, un gemido que retumbó por toda la sala. Pero el bufón, sin emitir el menor ruido o gesto, le dio la copa al rey, que se la bebió de un trago. Poco después el rey empezó a reírse, con la boca llena de sangre del esclavo y, de repente, cayó fulminado delante de su trono, en el charco de sangre que el esclavo había dejado en el suelo. Entonces, el bufón esbozó una sonrisa y fue a recoger el cuerpo de su hermano, que yacía en el suelo, junto al de su amada Lila.

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