sábado, 28 de enero de 2012

Plenamente sola.

La persiana de su habitación dejaba pasar algo de luz, que se colaba en esa sala sin quererlo, porque si quisiera... ay si la luz pudiese querer! Nunca se habría colado por allí dentro.

La sabana mojada estaba pegada a su cuerpo. El sonido de las gotas que se filtraban por el techo retumbaba en sus oídos borrachos, no le importaba estar mojada, prefería estar mojada, aunque claro, como siempre no estaba mojada solo por el agua. Poco antes se había masturbado, introducía sus dedos en su mugriento coño con deseo, apartando los pelos que se interponían entre ella y su placer, porque su placer residía únicamente en su coño, hace tiempo que ya no sentía más que dolor, soledad, pena y gloriosos e intensos minutos de placer inducidos por sus dedos desaseados.

De nuevo se preguntó si eso era vida, ¿cómo no va a ser vida? se contestó ella. 

Se levantó, desnuda, mojada, hedionda.. se miró al espejo y no veía una persona... escarbó entre su bello y encontró su sexo, se miró, estaba ridícula. Introdujo de nuevo sus tres dedos favoritos en su vagina, hasta llegar a sentir placer, se miró de nuevo al espejo.... y ahora veía una mujer bella.


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